-Están todos listos-la voz de Amy me sacó de mi pequeño estado de trance-Vámonos antes de que alguien nos vea.
Me limité a responder con la cabeza, intentando aclarar todas las ideas que de repente se agolpaban en mi mente. Seguía sin saber realmente si aquella era una buena idea, pero ya era demasiado tarde. Los niños estaban ya vestidos, aún adormilados, susurrando entre ellos. Los años de aislamiento en la maldita montaña les había convertido en seres introvertidos y distantes, y sus miradas no estaban llenas de alegría como la de la mayoría de los infantes, sus ojos estaban llenos de una profunda desesperanza que inundaba de infelicidad todos sus rostros. Intenté concentrarme
-No podemos salir por el camino corto que lleva a la ciudad, somos demasiados para pasar desapercibido. Atravesar el bosque y recorrer los caminos del Este es la opción más viable, aunque tardaremos unos días en llegar a cualquier ciudad de fuera del valle. Si no queremos que nos encuentre nadie, tendremos que salir de Smacchia lo antes posible-analicé la situación, pero cada alternativa era peor que la anterior.