Según las leyes de la física, si aplicamos una fuerza a un cuerpo, se genera otra opuesta, creando una resistencia de las mismas características que la fuerza aplicada, consiguiendo un equilibrio perfecto.
Un equilibrio que puede romperse fácilmente si aplicamos más fuerza. Aunque la resistencia que opone aumenta, llega un momento en que el equilibrio se rompe. Otro triunfo más para la física.
Dejando a un lado la ciencia, y adentrándome en un terreno más profundo, todos tenemos un límite. Un lugar, escondido entre todas nuestras barreras para defendernos. Un lugar, en el que, si aplican la suficiente fuerza, nuestro equilibrio queda roto en mil pedazo.
Todos, o por lo menos la mayor parte, hemos oído hablar de la archiconocida saga del gore 'Saw'. Violenta hasta decir basta, ha convertido un género tan desprestigiado como es el gore en algo casi tan habitual como las comedias románticas de Jennifer Aniston. Y a pesar de que al girar en torno a la violencia extrema, los baños de sangre y óxido, rozando casi el sadomasoquismo, le ha quitado muchos espectadores a ésta saga, sigue siendo el máximo exponente en películas del género.
Pero no solo de masacres y vísceras vive el hombre. Saw, si algo tiene, es grandes lecciones sobre moral y filosofía. Para los que nunca hayan oído hablar de estas películas, la trama principal gira en torno a un asesino en serie que busca enseñar una lección, John. John es un enfermo terminal, lo ha perdido todo e incluso intenta suicidarse, pero se mantiene con vida. Y ver cómo los demás, ajenos a su dolor, malgastan sus vidas, las desperdician, probablemente acabe provocando que enloquezca.
Cada uno de los juegos, a parte de ser trampas mortales, pretende enseñar la misma lección. Y es que sus víctimas son personas que no aprecian sus vidas. Y al ver, que en unos segundos posiblemente acabes troceado o aplastado por un mecanismo de hierro, todas reaccionan de la misma manera. Buscan desesperadamente una forma de salvarse, algo a lo que aferrarse. Y a pesar de que a lo largo de la saga los 'juegos' van degenerando en una serie de aparatos cuyo único objetivo es matar, sin importar las lecciones morales, la esencia de la saga sigue ahí.
Ese momento, el de vernos obligados a sacrificar una parte de nuestro cuerpo, una parte de nuestra vida, seguramente tenga la suficiente fuerza como para destrozar nuestro equilibrio, para desequilibrar la balanza. No creo que nadie llegue a tal extremo, a una situación tan desesperante como la de las víctimas, pero creo que sí existen momentos en nuestra vida en los que nos damos cuenta de que las fuerzas nos superan, y que la situación requiere un cambio.
Oculta entre la sangre y las torturas, se encuentra la moraleja. Y es que, todos aquellos que sobrevieron a las pruebas, son capaces de ver todos sus errores. Todos los fallos que les llevaron a esa situación. Incluso algunos de ellos agradecen todo ese sufrimiento. Tengo una teoría sobre eso.
Imaginemos por un momento, que, sabemos con certeza que hay alguien que se dedica a castigar a todas aquellas personas que están tirando su vida por la borda. Que si no aprovechas tu vida al cien por cien, alguien vendrá y te hará pasar posiblemente el peor momento de tu vida. Pero, ¿puedes cambiar algo que es innato en ti, que está escrito en tus genes? Modificar tus pensamientos, tu forma de actuar cuando te encuentras en una situación extrema, cuando tu vida está en riesgo es complicado, pero ni la mitad de lo que es cambiarlos cuando no hay nada que te oblige, mas que el mero hecho de que estés actuando mal.
Por eso están tan agradecidos, porque les ha obligado a hacer algo que ellos ya querían hacer, les ha sometido a su máxima presión y ha roto el equilibrio. No han tenido que esforzarse ellos mismos para romper su propio equilibrio. Simplemente, y de alguna manera, les ha facilitado las cosas.
Y entonces tienes que preguntarte hasta que punto estás dispuesto a llegar para cambiar todo aquello que te mantiene en un equilibrio erróneo.
Me encantó, boludo. :D
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