21 de febrero de 2011

Serenidad

Hoy un amigo lo está pasando mal. O al menos quiero pensar que no se siente orgulloso de lo que ha hecho. Que ha aprendido la lección, que no se le volverá a ocurrir cometer las tonterías que le han llevado a una situación bastante incómoda. Para él y para todos los demás. Quiero pensar que al menos todo ésto va a servir para algo.

Hoy, yo lo estoy pasando mal. Intento decirme a mí mismo que no tengo la culpa de nada esto, que yo ni siquiera tengo nada que ver con lo que ha pasado, y sé que es verdad, pero no puedo evitar pensar que podría haber hecho algo para evitar todo esto, cualquier cosa, podría al menos haber estado ahí, pero no lo estuve y eso me reconcome. Me he enfadado, le he gritado lo idiota que es, pero no es más que culpa disfrazada de ira. Soy los remordimientos incontenibles de Jack.


Analizando fríamente todo esto, yo no soy responsable de los actos de los demás. No tengo la culpa de las equivocaciones de mis amigos. No puedo estar en todo momento encima de los demás. Y me gustaría más que nada en el mundo, intentar que no pasasen cosas como ésta, pero soy incapaz. Frustrante.

¿Y si las cosas no hubiesen ido como han ido? ¿Y si ahora mismo tendría que estar llorando la pérdida de algo mucho más grande? No quiero ni pensarlo. No es la mejor persona del mundo. No es alguien que me haya tratado precisamente bien, no es alguien que ni siquiera ahora mismo se merezca que me preocupe por él. Pero pensar que hoy podría no haber estado aquí, que hoy podría haber tenido que volver a casa solo, sin nadie acompañándome... Por lo menos perdona bastante esos momentos malos.

Cada día que pasa soy menos yo mismo y más otra persona diferente. Posiblemente hace un año me hubiese importado una mierda. 'Tú te lo has buscado', 'No es mi problema', hubiesen sido los pensamientos más comunes. Pero... estoy aquí, nervioso, preocupado por lo que le pueda pasar, preocupado por que sus errores y sus tonterías le lleven por un mal camino, y quiero comportarme como un padre, como un amigo, ser un apoyo, pero no consigo serlo.

No puedo salvar a todos y cada uno de los que me rodean. Apenas puedo salvarme a mí mismo, ¿cómo pretendo hacer de héroe para los demás? Siempre he sido una persona que necesitaba a los demás, no soy de esas personas seguras de sí mismas, de esas personas en las que te puedes apoyar cuando tienes problemas. Me he alimentado durante años de esa clase de personas, de esas personas sólidas, que no necesitan a nadie para valerse solas. Y las he envidiado, admirado, criticado... He pensado siempre  que ser de esa clase personas conlleva responsabilidades que soy incapaz de aceptar. Ser una piedra, ser la columna vertebral, el pilar en el que se apoyan los demás. Soportar esas cargas, que nadie te obliga a llevar...

Hoy solo quiero ser de esa clase de personas. Pensar en que algo como lo que ha pasado se pueda volver a repetir, a cualquiera de mis amigos, a cualquier conocido, me quema. Necesito convertirme en una de esas personas, ser lo suficientemente fuerte como para aguantar no solo el peso de mis problemas, sino aliviar ese mismo peso a los demás. Necesito ser la calma en la tormenta, ser esa persona que es capaz de dejar de pensar un momento en sí misma para hacerlo en los demás.

Perdón, porque sé que la entrada de hoy no es todo lo buena que podría ser, pero es lo único que he podido escribir.

Un saludo, Nacho

No hay comentarios:

Publicar un comentario