Y ya es sábado. Otra vez. Se acaba el ciclo semanal por un instante. Y aprovechando el tiempo libre, muchos de nosotros, los jóvenes, aprovechamos para pensar. Con muchos quiero decir todos aquellos que a estas horas no están alcoholizándose debajo de un puente (que se ve que es la última moda, por lo visto) Así que, todos aquellos, con dos dedos de frente, escogen estos momentos de tiempo libre para pensar en lo que vendrá.
¿Qué voy a hacer? ¿A qué me voy a dedicar? ¿Quién soy? ¿Cómo será la madre de Cómo conocí a vuestra madre? ¿Y si yo quería que Robin acabase con Ted?
Son preguntas complicadas, que todos en algún momento nos hacemos, y que según las vamos pensando, son cada vez más peliagudas. Sobretodo las de 'Cómo conocí a vuestra madre'. Y ahora en serio, está claro que lo que hagamos hoy, va a repercutir en cómo acabemos mañana, y que si no invertimos ahora todo nuestro potencial, lo estamos desperdiciando. Sin embargo, el cóctel molotov de hormonas, rebeldía e inseguridades que llevamos dentro, nublan por completo nuestro sentido común, y nos impide elegir bien. Así que, la elección, que en un principio es nuestra, se va volviendo cada vez más y más complicada.